Recuerdos confirmados

Hay que desconfiar de los recuerdos, sobre todo cuando son muy antiguos. A veces, sin embargo, por una casualidad afortunada, se encuentra una voz que los confirma. Había escrito ya las primeras páginas de estas notas cuando apareció una carta que mi madre, Melisenda, me escribió en los años noventa…:

Querido Roberto:

Naciste en medio de la guerra [Florencia durante la guerra], naciste solo (la matrona no había llegado aún) quizá precisamente por las muchas escaleras que tuve que subir durante las frecuentes alarmas (nos refugiábamos en los bajos de la casa de la hermana de Orlanda); tu primera nodriza se tuvo que marchar porque su marido había vuelto del frente ruso con los pies congelados y tu padre consiguió encontrar otra y la trajo de Feltre: seria pero perfecta; cuando ella se fue vino la tata Lina, que te acostumbró muy pronto a una gran independencia. Evacuado a S. Domenico, estabas fuera todo el día con tu Gnao [un pequeño gato de tela] abrazado al pecho. Con frecuencia, incluso de niño, me seguías en mis afanosas búsquedas de comida, pero para ti todo estaba bien: nunca me creaste problemas. Y cuando papá fue a las Murate y yo pasaba trágicas jornadas en la ciudad (y en casa de Montale), cuando por la noche volvía muy cansada, me esperabas con la tata en la esquina de casa y me consolabas: el pequeño delantal a cuadros rojos y tu Gnao, compañero inseparable. Después, cuando tuvimos que dejar la casa de S. Domenico porque existía la amenaza de que me secuestraran un hijo como rehén, mientras papá se escondía de una casa en otra, estuviste alojado, con la tata, en casa del campesino de Gui. Tenías tres años y te enseñábamos a decir un nombre falso, el de la tata: te llamabas Betto Facchini. Por entonces los aliados ya se acercaban, aunque todavía nos quedaba una mudanza: a casa de los Petri, en la calle Cavour. La guerra estaba cada vez más cerca y era feroz: dormías sobre un colchón en el suelo y una mañana un proyectil entró rompiendo los cristales y te rozó la cabeza.

Fuente: Roberto Calasso, Memè Scianca. Traducción de Edgardo Dobry. Anagrama, Barcelona, 2023.

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