Tomas de estudio
Imagina que has sido invitado a una casa y te presentas a la hora indicada, pero encuentras la puerta cerrada. Eso fue lo que me sucedió recientemente cuando visité un estudio. Un trabajador está allí de pie, delante de la puerta, pero no se la abre al visitante. Por el contrario, la mantiene firmemente cerrada y no le quita el ojo de encima, negando la entrada a todo el mundo. Y aquí viene el porqué: se está rodando una película sonora.
Y ahora lo sabemos. Se generan sonidos, palabras, ruidos, pero sólo aquellos que encajen con las escenas; y no hay muchas probabilidades de que el sonido de las pisadas de un visitante encaje en la escena que se está rodando. Así que tenemos que esperar hasta que hagan un descanso.

Luego podemos ver a Max Mack, creador del primer Autorenfilm alemán, cine de autor de la época, que ahora produce la primera película sonora alemana con el sistema Tri-Ergon, y dirige en silencio a sus actores mediante movimientos de cabeza, manos y, a veces, pies. Con todo menos con la boca.
“Producir” no es realmente una expresión adecuada, porque la cámara, cuatro veces mayor que las cámaras normales, no tiene manivela. Una vez que es ajustada y todo está listo para el rodaje, el responsable de la cámara la activa mediante un contacto eléctrico, y ésta automáticamente graba las imágenes y los sonidos en tiras paralelas de una cinta de celuloide —los sonidos se incorporan a través de la electricidad, convirtiendo las ondas de sonido en oscilaciones de luz— para que imagen y sonido formen una sola unidad.
El volumen se controla y transmite con el amplificador, una máquina igualmente complicada, conectada a la cámara. El rey del momento, Joseph Massolle, inventor del sistema Tri-Ergon, está aquí, controlando el sonido, lo cual requiere un extenso equilibrado de las condiciones acústicas. Para ello, y puesto que el sonido se mueve diferente en los espacios cerrados, la sala está parcialmente insonorizada.
Los micrófonos, fuera del alcance visual, se desplazan hacia donde están los actores en cada momento, para que sonido y movimiento coincidan a la perfección, y de manera que capturen el recorrido previsto del sonido. El actor, que ahora tiene que prestar atención no sólo a sus gestos faciales, sino también al texto y a cómo lo expresa, se enfrenta a importantes desafíos que requieren de exhaustivos ensayos.
El argumento de esta primera película sonora (Ein Tag Film, 1928), que tendrá unos quinientos metros, es también obra de Max Mack y ofrece múltiples formas de incorporar el habla y otros sonidos. El espectador experimenta todo lo que sucede detrás de la escena. Una mujer (Georgia Lind) que desea convertirse en actriz, en contra del deseo de su marido (Kurt Vespermann), recibe instrucciones para interpretar una escena. Lo hace fatal y tiene repetidos enfrentamientos con el director (Paul Graetz) y el productor antes de admitir su ineptitud.
Sólo sabremos si el resultado de los aislamientos acústicos es satisfactorio cuando veamos los diálogos, sonidos del plató y la música integrados en la película final. No obstante, el innovador sistema Tri-Ergon nos hace pensar que se ha dado un importante paso hacia delante en el cine sonoro.
B. Z. am Mittag, 21 de agosto de 1928
Billy Wilder, reportero. Edición de Noah Isenberg y traducción de Luz Monteagudo González, Laertes, España, 2021.