
Ha salido a la venta otro libro sobre librerías, La librería de los deseos de Eric de Kermel (New Compton Editores, Barcelona, 2024). Hay una larga lista de novelas sobre librerías y sus clientes, algunas llevadas a la pantalla como La librería de Penélope Fitzgerald, o historias basadas en hechos reales como La librera de París de Kerri Maher, que cuenta la historia de Sylvia Beach y su famosa “Shakespeare and Company”. O la de 84 Charing Cross Road con el intercambio epistolar que mantuvieron durante veinte años Helene Hanff, una joven escritora desconocida, y los empleados de una librería de viejo de Londres, principalmente Frank Doel.
La trama entonces no es muy original y a grandes rasgos es muy simple: una mujer se cansa de París y decide mudarse a un pueblo de la Provenza llamado Uzès, donde encuentra una librería en venta y la compra. De los trece capítulos diez se dedican a diferentes clientes con diversas necesidades. Como toda buena librera, Nathalie, la protagonista, recomienda libros como un médico receta. La primera clienta es una chica llamada Cloé; al principio llega acompañada y su madre le compra a Stendhal, Balzac o Victor Hugo. Luego acude ella sola y entonces la librera le presenta Memorias de África de Karen Blixen. La joven se vuelve una visita frecuente en busca de más consejos.
El mérito de Kermel, me parece, está en dos aspectos: sus observaciones interesantes sobre el mercado de los libros y que sus volúmenes recomendados no son sólo literarios: también menciona libros de filosofía, guías de viaje, libros de negocios y de economía. Nombra muchos autores francófonos, en general desconocidos para los lectores hispanohablantes, pero también de otras lenguas y otros orígenes étnicos. Se refiere a tantos autores que en definitiva haré una lista para ver si consigo algunos que nunca había oído nombrar.
Observa, y con razón, que hay publicaciones que no aguantan ni un año en las vitrinas, un fracaso para un autor que ha tardado años en escribir una obra. O el que a veces un libro, por alguna causa, se vuelve una tablita de salvación en un momento difícil de nuestra vida. O cómo el íncipit o el comienzo magistral de un libro puede cambiarlo todo. Añadiría, para citar alguno, el comienzo de Dos ciudades, de Charles Dickens.
Por lo demás y entre otras cosas La librería de los deseos me hizo reflexionar: qué libro le recomendaría yo a un joven o jovencita que se adentrara en el mundo de la lectura. Son muchos los títulos que vienen a mi mente pero tal vez les sugeriría: cuentos de Etgar Keret o La perla de John Steinbeck o Aura de Carlos Fuentes.
¿Intercedería siempre por el mismo libro? ¿O cambiaría según la persona? Si recomendara una historia de amor, ¿cuál sería aparte de Romeo y Julieta? Quizá Corazón de piedra verde, de Salvador de Madariaga.
Pienso también si a otros les deslumbraría como a mí La catedral de Toledo, de Blasco Ibáñez. O si iba a conmoverlos un libro esplendoroso como Canta la hierba de Doris Lessing, o a estremecerlos El quinto hijo, de la misma autora. O si los hechizaría la prosa más que fluida de Stefan Zweig. O el flujo de la conciencia de Virginia Woolf.
No podría dejar de lado algunas obras de Shakespeare, en especial Hamlet y Macbeth. Ni a los poetas místicos del Siglo de Oro español, los Beatniks y tantos otros poetas que me formaron, como Borges, García Lorca, Dylan Thomas, Rosario Castellanos.
¿Las obras pierden vigencia? ¿La pierde Crónicas marcianas de Ray Bradbury, que ubica la conquista de Marte en el año de 1999?
La librería de los deseos logra adentrarnos en el mundo de los libros. Repensamos quiénes somos a partir de nuestras lecturas del pasado y hacia dónde nos dirigimos con las del presente.