El placer de la refutación

El enemigo de la política contemporánea no es la polarización, dice Agnes Callard en su libro sobre Sócrates y su argumento por una vida filosófica. La configuración de extremos que plantean con intensidad posturas opuestas puede ser estímulo de un debate razonado y muy fructífero. Cuando uno escucha en una cena un debate en el que unos celebran la película de estreno como una pieza maestra mientras otros la aborrecen como una estafa y una basura insoportable, quien no la ha visto siente el impulso de irla a ver cuanto antes. No sucede lo mismo cuando uno se entera de que una película “no está mal”, que está bien para pasar el rato, que es entretenida. En el debate polarizado los extremos pueden plantear buenas razones para sostener su posición y uno siente la necesidad de encontrar su propia opinión.

La voluntad de ignorar

El famoso discurso de Rousseau contra las ciencias termina con una súplica a Dios. Le implora que le restituya la ignorancia al mundo. No ruega por otros saberes sino por una cálida y fraternal inocencia. La luz tan celebrada apagaba la virtud. Todo conocimiento nacía de una vanidad, cada ciencia era hija de algún vicio. Aprendemos a sumar y restar por envidiosos, recordamos la historia para celebrar nuestros crímenes, inventamos palancas y poleas para satisfacer nuestro delirio de grandeza. Regrésanos nuestra ignorancia, pedía Rousseau, porque solamente ella nos hará preciosos y felices. Para el romántico, la ignorancia era el resguardo de la pureza y del bien.

El veredicto del diccionario

Cuando una sociedad se corrompe, decía Octavio Paz en Posdata, lo primero que se gangrena es el lenguaje. Por eso el cuidado de la ciudad empezaba con el cuidado o, tal vez, por la recuperación de las palabras. No identifico a nadie que haya hecho aportes más importantes a la higiene de nuestro vocabulario político en los últimos cien años que Giovanni Sartori. La militancia de su cátedra parte de la convicción de que los demagogos y los déspotas se valen de la confusión. Uno de sus libros tiene, de hecho, forma de diccionario y podría decirse que toda su obra es un glosario. Sus definiciones resultan, para el México de hoy, veredictos inapelables de la reversión autoritaria.