Contra todos los catecismos

Este texto es una versión de “La Europa inconsciente”, una conversación entre la historiadora y psicoanalista francesa Élisabeth Roudinesco y el filósofo y director del Círculo de Bellas Artes de Madrid, Valerio Rocco; ocurrida en el marco de la primera edición del Festival de las Ideas, el nuevo festival de pensamiento de la ciudad de Madrid, que tuvo lugar entre el 18 y el 21 de septiembre de 2024. Esta charla fue posible gracias al apoyo de las embajadas de Francia y Alemania en España, el Goethe-Institut y el Institut Français.

Historia de las cosas

Agua de rosas

En la antigüedad se veneraba a la rosa en todas sus formas disponibles: flores frescas o secas, aceites olorosos, fuentes y vinos aromatizados. Con el tiempo, una rosa muy específica se impuso como la rosa para producir perfume: la Rosa × damascena, originaria de la región de Shiraz, en Irán. Viajó desde Persia por las rutas del mundo conocido y llegó a Damasco, gran centro comercial del Mediterráneo en la Edad Media, de donde los cruzados la llevaron a Europa y la bautizaron con el nombre de rosa de Damasco. Los persas, inventores del agua de rosas alrededor del siglo VIII, perfumaron el mundo desde China hasta Europa durante ocho o nueve siglos, hasta que el descubrimiento de la esencia de rosas en la India en el siglo XVII permitió a la rosa formar parte de los perfumes.

Historia de las cosas

Shiraz es la ciudad de la rosa o del ruiseñor, unidos desde siempre en la poesía persa. Qamsar es la capital de la fabricación del agua de rosas de Irán. La receta del agua de rosas es tan antigua como simple: se pone a hervir una mezcla de flores frescas y de agua y se condensa el vapor obtenido al pasarla por agua fría. La esencia de las flores soluble en el agua es captada por el vapor y perfuma el agua recogida. En el gollete de sus panzudas botellas de vidrio, flota a veces una fina película de esencia dorada, insoluble en el agua y marca de calidad. En las culturas del islam, el agua de rosas es imprescindible. Como fuente de purificación, se usa tanto para lavarse las manos como para regar las paredes de las casas o de las mezquitas. En Irán es parte de la vida cotidiana.

Una bonita historia cuenta el nacimiento de la esencia de rosas, que forma parte de los perfumes desde hace cuatro siglos. En 1611, en Agra, en el norte de la India, el emperador mongol Jahângir celebraba sus bodas con Nûr Jahân, una persa de belleza e inteligencia fuera de lo común. Advertida por su madre, la princesa Nûr observó la formación de un aceite dorado en la superficie de los baños de agua de rosas calientes preparados para las festividades, de este modo descu-brió la esencia de rosas. Regaló el precioso líquido a su marido. Él lo describió así: “Este perfume es tan potente que una sola gota en la palma de la mano embalsama toda la estancia, como si una tonelada de capullos hubiera florecido al mismo tiempo. Ningún otro olor puede igualarla, reconforta los corazones y revitaliza las almas”.

Azúcares y dulces

Cuernito. La leyenda más repetida de su origen: durante el sitio turco a Viena en 1683 los panaderos vieneses crearon una pieza de pan inspirada en la medialuna de la bandera turca enemiga. Chocolate. Se volvió asequible para las mayorías hasta finales del siglo XIX. Las barras de chocolate llegaron al mercado a comienzos del siglo XX. La historia comenzó cuando los militares estadunidenses le pidieron a la compañía Hershey que produjera una porción de chocolate para añadirla a la “canasta de alimentos” de los soldados. Corazón. El confitero inglés Richard Cadbury tiene el crédito de haber inventado en 1868 la primera caja de chocolates en forma de corazón. Frisbee. El juguete frisbi en forma de discose llama así por el gerente pastelero William Russell Frisbie, cuyos populares pays se vendían en platos de estaño con su nombre impreso en el fondo. Häagen-Dazs. La familia que creó la marca a finales de los 1950 fue sorprendida por el éxito, descrito como “un mercado alternativo… impregnado por la cultura de la mariguana en los 1960”. Los primeros seguidores de la marca: bichos raros con el pelo largo, evangelistas hippies que difundieron la buena nueva sobre el helado de nombre extraño.

Historia de las cosas

Limonada. Las más antiguas recetas escritas aparecieron en árabe, en el siglo XII. Su autor, el médico egipcio Ibn Yumay, recomendaba esa bebida para estimular el apetito, ayudar a la digestión, curar la inflamación en la garganta e incluso tratar “los efectos embriagadores del vino”. La limonada, escribió, “apaga la sed y renueva las fuerzas”. Lolipop. Se dice que las primeras paletas “lolipop” se manufacturaron a fines del siglo XIX: piezas de caramelo macizo incrustadas arriba de un lápiz para que los escolapios conservaran las manos limpias. Malvavisco. Toma su nombre de esa planta europea. El naturalista griego Teofrasto observó que las carnes cocinadas con malvavisco se adherían entre sí, una dramática exhibición del poder curativo de la planta. De hecho, lo que presenciaba era la pegajosidad del malvavisco. Mermelada. De la palabra portuguesa marmelada, de marmelo: membrillo. Nutella. Aunque ahora se piensa que las avellanas y el chocolate son una combinación clásica, los italianos han unido a los dos no necesariamente por el sabor sino por motivos económicos. En 1806, durante las guerras napoléonicas, Napoléon promulgó el Bloqueo Continental: un embargo al comercio británico causó el encarecimiento extremo del chocolate. Como respuesta, para suplir el abasto, los chocolateros de Turín empezaron a añadirle avellanas picadas, muy abundantes en la región, al chocolate.

Historia de las cosas

Pastel de tres leches. Su origen es una receta inventada o al menos difundida por Nestlé en los 1970 o 1980 en recetarios y en las etiquetas que rodeaban las latas de leche condesada La Lechera. Para los 1990, el pastel de tres leches se había extendido en América Latina, muy asociado a México. Salvavidas. Clarence Crane les dio origen a los dulces Life Saver en 1912. Con crueldad irónica, veinte años después su hijo el poeta Hart Crane escogió su muerte con un salto sin salvavidas desde un barco que navegaba por el golfo de México.

Barniz de uñas

En el año 3200 a. C. los soldados babilonios se manchaban las uñas antes de la batalla como parte de su pintura de guerra y estrategia para intimidar a sus enemigos. Pero la primera pintura conocida para las uñas se desarrolló en China hacia el año 3000 a. C., con una mezcla de cera de abeja, clara de huevo, gelatina, goma arábiga y tintes vegetales. Se utilizaba para clasificar por colores a las personas según su rango en la sociedad. El oro y la plata eran utilizados por las clases más altas, mientras que el negro y el rojo eran utilizados por los guerreros, y los colores pálidos por las clases más bajas.

En el siglo XIV a. C. crear diseños con henna en las manos se convirtió en un ritual popular. La reina Nefertiti fue conocida por popularizar su uso en manos y pies. De Cleopatra, en el siglo I a. C., se dice que sólo se pintaba las uñas. Ella prefería el rojo oscuro, mientras que la gente común sólo podía lucir colores más apagados o pálidos.

Hasta donde saben los historiadores, el esmalte de uñas no ha cambiado mucho a lo largo de los años, aunque si nos fijamos en la pintura clásica de la Edad Media y el Renacimiento, difícilmente encontraremos una mujer con las uñas pintadas. En cambio, en el siglo XIV, los aztecas y los incas utilizaban el arte de las uñas como tótems para la batalla, empleando palos y tintes naturales para dibujar águilas.

Historia de las cosas

Aunque no se utilizaba esmalte, las uñas y las manos estaban muy bien cuidadas, sobre todo las de la clase alta. Se dice que la manicurista del rey Luis desarrolló la primera lima de uñas a partir de una herramienta dental.

Los salones de belleza también se popularizaron en París a finales del siglo XIX y utilizaban cremas, aceites y polvos para limpiar y dar brillo a las uñas. De hecho, el término esmalte procede del acto de abrillantar las uñas en esa época. En 1878, con un divorcio y sin dinero, Mary Cobb abrió en Manhattan el primer salón de manicura de Estados Unidos.

Combinando nitrocelulosa con tintes de colores, los fabricantes de automóviles encontraron este material perfecto para pintar coches. Michelle Ménard, una maquilladora francesa y empleada de una empresa automovilística, pensó que esa pintura sería estupenda para las uñas. Llevó su idea a la empresa Charles Revson y juntos empezaron a fabricar esmaltes de uñas en los años veinte. La empresa pronto cambió su nombre por el de Revlon, con el que la conocemos hoy.

Hoy el esmalte de uñas puede encontrarse en casi todos los tonos imaginables. Cada año surgen nuevas tendencias en esmaltes y nail art, con las celebridades a la cabeza. Uno de los tonos más solicitados del esmalte de uñas de Chanel se llama Rouge Noir —una mezcla de rojo oscuro y negro parecido a la sangre seca— y lo popularizó Uma Thurman en Pulp Fiction.