En 1931, Paul Dirac, físico matemático inglés, se planteó dos preguntas: ¿pueden existir los monopolos magnéticos? y ¿por qué toda carga eléctrica llega de modo invariable en números enteros de unidades de carga electrónica? Mostró que las respuestas estaban bellamente entrelazadas.
Un cuento bárbaro
Julián del Real era un hombre muy joven, casi un muchacho, alto, fuerte, rubio, con un tipo marcadamente europeo, muy común en Los Altos, donde él había nacido. Vestía siempre el traje ranchero de la región y eran sus diversiones predilectas las peleas de gallos y las carreras de caballos en las que, con los rancheros sus vecinos, apostaba bajo palabra de honor sus casas o sus ranchos o sus ganados.
Mujeriego, andaba siempre en pendencias con los muchachos de los otros pueblos por la Güera Chayo o por Lupe o por Catalina, y su cuerpo era testigo —por las heridas que tenía— de su gallarda galantería.
Cuando empezó la bola por el asesinato del presidente Madero, Julián del Real armó a sus amigos, formó una partida de revolucionarios y empezó a saquear pueblos y a disputarse en batallas campales el amor de las mujeres. Tenía una novia en un pueblo de Los Altos, que era su preferida y a la cual le había prometido casarse, pero los azares de la guerra le impidieron cumplir su promesa.
Excepto por buenas razones
Como los bandidos son muy mujeriegos, y tanto su orgullo como su misma calidad de bandidos requieren semejantes manifestaciones de virilidad, el papel más frecuente de las mujeres en el bandolerismo es el de amantes.
Sin miedo a caerse de la bici
Ella tenía 21 años, y la euforia de un colibrí, la tarde de verano en que parada en una esquina de la avenida Río Churubusco movió el brazo derecho haciendo, con el dedo de la mano, la seña con que se preguntaba: ¿me llevas en tu coche?
Se detuvo, en un auto blanco, un muchacho ni guapo ni feo ni malo ni bueno. Sin duda cordial. La joven agradeció el gesto y se puso a conversar durante dos minutos en torno al clima y el tránsito. Luego pasó los siguientes contando quién era, cómo se llamaba, en dónde había nacido, por qué vivía en esta ciudad, qué estudiaba, en qué trabajaba, cuándo había muerto quien murió, qué quería hacer cuando terminara la carrera. En medio, no sólo por cortesía sino por cabal curiosidad, le iba haciendo al muchacho las preguntas consecuentes.
Necropolítica: ambigüedad del concepto
Vivimos un momento en que proliferan el asesinato, las desapariciones y las matanzas. Por eso prolifera, también, el vocablo “necropolítica”. Como sabemos que hay una relación entre la escalada de muerte y la política, el concepto de una “necropolítica” pareciera ayudar a comprender los resortes de la violencia. Pero el concepto sugerido por el historiador y filósofo camerunés Achille Mbembe no se traduce tan fácil al análisis de los factores que convergen en nuestro entorno. Esto se debe a que busca caracterizar la racionalidad de la gobernanza de la época actual, más que el desarrollo del Estado y la violencia en cierta coyuntura. Así, la idea de necropolítica se ofrece como un suplemento al término biopolítica, propuesto y desarrollado por Michel Foucault para caracterizar la transformación del Estado en su paso a la era moderna.
Sundiata, el rey león
La asociación simbólica entre el león y la soberanía es antiquísima; está ya presente en la iconografía babilónica de 1500 a. C. Además, parece haberse producido de manera independiente en culturas diversas y distantes entre sí. Entre las grandes gestas fundacionales protagonizadas por un rey león, hay una que desde hace tiempo me ha cautivado: el poema épico de Sundiata, fundador del Imperio de Malí en el siglo XIII. Se conserva de manera oral a través de los linajes de jelis, la casta que se especializa en el uso de la palabra y la transmisión de la memoria histórica en el oeste africano. La historia es singular porque, aunque la guerra y la fuerza son un elemento central en la creación del Imperio, las batallas más decisivas se libran por medio de fuerzas invisibles: el elogio, las palabras, la música y la hechicería.
Callejero
Cualquier persona educada sabe que es obligatorio despreciar a Napoleón III. Puso la pauta Victor Hugo, con su Napoléon le Petit, siniestro y ridículo. Pero también Marx, que le dedicó una de sus frases más afortunadas, de las que se citan sin saber de dónde viene, lo de la historia que se repite como farsa. Salvo que el golpe del 2 de diciembre fue todo menos una farsa, el imperio de Luis Bonaparte duró el doble que el de su tío, y transformó radicalmente la sociedad francesa.
El realismo de la fantasía
La literatura ilumina a la teoría política de formas sorprendentes. Dos fabulaciones sobre lunas rebeldes se han convertido en obras de culto para anarquistas de distinto signo. Se trata de La luna es una cruel amante (1966) de Robert A. Heinlein y Los desposeídos (1974) de Ursula K. Le Guin. En ambas obras los pobladores de los satélites (la luna terrestre en el caso de Heinlein, y Anarres, una luna del planeta ficticio Urras, en el caso de Le Guin) se rebelan de sus planetas originarios para formar nuevas sociedades anarquistas. Ambos libros son obras de culto para los anarquistas, pero no podrían ser más diferentes.
Luther King visto por Muñoz Molina
Antonio Muñoz Molina pinta a un Martin Luther King, el día de su asesinato, envuelto en una nube de sentimientos encontrados. Acudiendo a fuentes diversas y echando al vuelo la imaginación, aparece un líder cruzado por incertidumbres y certezas. Es un retrato en el que la razón y la emoción alimentan en sentidos contrarios al Dr. King. Muñoz Molina escribe un fresco del estado anímico del gran luchador por la igualdad y los derechos de los afroamericanos.
Sismos en la ciudad
Cada vez que Carmen Bravo pasaba afuera de ese condominio en Mixcoac, ensoñaba vivir ahí. El edificio de sólo dos niveles, con pocas escaleras, fachadas de ladrillo naranja, con muchas jardineras y silenciosas áreas al aire libre, pero enclavada entre las caóticas avenidas Revolución y Periférico Sur, le parecía un oasis.
“Yo vi cuando construyeron este lugar, me tocó ver los cimientos. Y dije ‘ay, qué bonito lugar. Yo voy a comprar un departamento allí”, se prometía a sí misma la matemática por la UNAM, a principios de este siglo. El sueño se volvió realidad en 2021, con un inesperado añadido: un nuevo matrimonio, a los 66 años.
Cuando miraba por fuera el condominio, Carmen era divorciada y no creía que eso cambiara, pero en 2019 se encontró con el médico Rafael Mayoral —entonces de 73 años— en un sitio en línea para buscar pareja. Se casaron y, para su fortuna, un departamento estaba a la venta en el lugar esperado.
“Encontramos ésta de casualidad y dice Carmen: ‘Esta casa me gusta mucho’. Nos asomamos, vimos que tenía jardines, que era un condominio abierto, sin pasillos oscuros y nos gustó mucho. Vendo mi casa de Satélite y compro este departamento”, relata Rafael.
La pareja llevaba menos de un año viviendo en el anhelado hogar, cuando un sismo rompió esa ilusión y la convirtió en culpa, la mañana del 12 de diciembre de 2023.