Medicina: ¿hacer o no hacer?

Borrar de un plumazo el pasado es tendencia moderna. Lo nuevo apasiona y aprisiona: es un dictum de la modernidad. Aprender del pasado es esencial. La medicina ha recorrido largos caminos. Pasado es presente. Presente sin pasado conlleva errores. En medicina, Hipócrates es figura imprescindible.

A Hipócrates (460 a. C.-370 a. C.) se le llama el “padre de la medicina”, epíteto cuestionable, no por su falta de sapiencia, sino porque una disciplina como la medicina no puede ser hija sólo de una persona. La digresión previa como pretexto para reflexionar acerca del quehacer médico contemporáneo, cuyos derroteros deberían seguir el dictum hipocrático, “lo primero es no hacer daño” (primum non nocere), frase, por cierto, que no aparece en el Juramento Hipocrático; debido a eso, no todos los historiadores consideran la máxima como parte del legado de Hipócrates.

“Primero, no dañar”. A pesar de la continua repetición de esa idea la frecuencia de problemas que sufren los enfermos cuando los galenos se apartan de esa noción es enorme. Alejarse de la idea atribuida no es sólo responsabilidad médica. La irresponsabilidad la comparten pacientes, medios de comunicación y compañías tecnológicas y farmacéuticas, tejido denso, difícil de destejer.

Los medios de comunicación emiten incontables mensajes sobre la salud; los individuos al escuchar tejen su propio concepto de salud; las compañías farmacéuticas imponen sus proyectos y la tecnología médica siempre es más atractiva que las manos del galeno. Ante esa embestida, el galeno se ve atrapado entre hacer demasiado (solicitar incontables exámenes), o confiar en su sabiduría, apoyarse en la clínica y solicitar pocos exámenes.

Ficción: literaria o popular

“En cien años, la gente escribirá muchas más disertaciones sobre Harry Potter que sobre John Updike”, apuesta el exitoso autor de mágicas y coloridas sagas de fantasía, Brent Weeks. Y basa su predicción en que, a juicio suyo: “… Charles Dickens escribió ficción popular. Shakespeare escribió ficción popular […] El meollo del asunto es cómo queremos definir literatura”.

Si aceptamos la premisa brentiana y hablamos de literatura de ficción en su significado más amplio, nada hay que objetar sobre poner en la misma canasta, o en el mismo estante, a Jackie Collins y Toni Morrison, a James Clavell y Thomas Pynchon… Si separar a la ficción en literaria y popular, en artística y de género, en alta y baja literatura, es sólo obra de los tiempos, pedantería académica o esnobismo intelectual, para lectores libres de prejuicios este modelo binario sería tan inútil como cualquier otra propuesta que pretenda dividir lo que las letras han unido. Sin embargo, hay evidencia empírica suficiente —y ajena por completo a juicios estéticos— para apoyar dichas clasificaciones de la ficción.

La victoria del populismo en México

La reciente contienda electoral en México reveló un choque entre dos nociones de democracia: el populismo, con su énfasis en la soberanía popular y una conexión directa con el pueblo; y el constitucionalismo, centrado en el respeto a las instituciones y contrapesos. Ana Pascoe, politóloga por el CIDE y El Colegio de México, explora el choque de estas dos visiones, a través del análisis retórico del discurso de ambas posturas.

La verdad dividida de la Guerra Sucia

Los informes públicos del Mecanismo de Memoria Histórica sobre la llamada Guerra Sucia en México (1965-1990) revelan la complejidad de una etapa repleta de graves violaciones a los derechos humanos. Los informes "Fue el Estado" y "Verdades innegables" son documentos clave que, aunque responden a un mandato común, exponen diferencias en la interpretación y el enfoque sobre los hechos. Platicamos con Ariel Rodríguez Kuri, historiador e investigador en El Colegio de México, sobre ambos informes, sus discrepancias, limitaciones y aciertos. ¿Cuáles son los hallazgos más relevantes de ambos informes? ¿Qué impacto tiene la fragmentación narrativa de los informes en el entendimiento público de este periodo? Tras los informes, ¿qué sigue?

La crisis de periodistas asesinados en México

En México los periodistas enfrentan graves riesgos para ejercer su profesión; peligros que, en muchas ocasiones, pueden alcanzar niveles letales. Alejandra Ibarra Chaoul, politóloga y periodista independiente, expone la complejidad del fenómeno en México, y relata una serie de asesinatos a periodistas que reflejan una crisis estructural que demanda justicia y garantías para ejercer el oficio sin temor.

Obra de un minuto

POLLY: Hola, Dave, ¿cómo estás?

DAVE: Pues, mi autoestima no anda muy bien hoy. Me siento más bien un inútil. ¿Tú crees que soy un inútil?

POLLY: No, no sé. Sólo trataba de ser amable.

Pushkin y Gógol

GÓGOL (al salir de las cortinas se cae sobre el escenario y se queda quieto).

PUSHKIN (sale, se tropieza con Gógol y se cae): Carajo. Puede ser Gógol.

Dos de Nervo

1. El dulce hogar   PULIDO, hombre de moralidad, lee a BASILIA, su amantísima esposa, un libro que se titula Los encantos del hogar doméstico, escrito por una cuñada de doña María del Pilar Sinués de Marco. La prole: JUANITO, PEDRITO, LOLITA y MARIQUITA juegan alrededor de los felices padres.

PULIDO.—(Leyendo en voz alta.) “El hogar es el nido de la paz, el templo de la tranquilidad, el amparo contra todas las agitaciones de la vida”.

BASILIA.—(A PULIDO.) ¡Muy bonito! (A JUANITO.) Muchacho, no te metas el dedo en la boca…

Doscientos pesos y otro mundo

Tan consternada con mi futuro inmediato, en una ciudad aún pequeña y tímida, como porque mis hermanos y mis primos tenían el derecho, que yo también quise adquirir, de buscar universidad en el extranjero —¿qué más extranjero, entonces, que la Ciudad de México?—, vine a este ombligo de nuestro país movida por mi hermana y mi prima, más decididas que yo a dejar la presencia cercana de los volcanes y los novios predecibles. Podíamos haber esperado a casarnos con buenas personas que estarían dispuestas a hacerse cargo de nosotras pero, para bien, habíamos aprendido del aire de equidad y desenfado familiar que teníamos destrezas como para jugar a la vida en cualquier parte. Depender de otro hasta para comprarse los calzones no era nuestra mejor opción. Entramos a estudiar en la Ibero. Alis, Ingeniería; Verónica, Ciencias y Técnicas de la Información; yo, Sociología porque por indecisa no hice a tiempo el primer examen de admisión y para cuando lo pasé ya no había lugar donde me hubiera gustado más. Nunca estuve cómoda en aquellas clases; sin embargo fui puntual y puse atención hasta que conocí a mi vecina de cuarto en la residencia. Yo era, como ahora, alguien proclive a contarle sus dudas a quien se ponía cerca, y esa muchacha de pelo negro, largo y grueso estudiaba medicina en la UNAM. “¿Me llevas a verla?”, le pregunté.

El veredicto del diccionario

Cuando una sociedad se corrompe, decía Octavio Paz en Posdata, lo primero que se gangrena es el lenguaje. Por eso el cuidado de la ciudad empezaba con el cuidado o, tal vez, por la recuperación de las palabras. No identifico a nadie que haya hecho aportes más importantes a la higiene de nuestro vocabulario político en los últimos cien años que Giovanni Sartori. La militancia de su cátedra parte de la convicción de que los demagogos y los déspotas se valen de la confusión. Uno de sus libros tiene, de hecho, forma de diccionario y podría decirse que toda su obra es un glosario. Sus definiciones resultan, para el México de hoy, veredictos inapelables de la reversión autoritaria.