Otro del Escorpión y la Rana

Cuando miro en la noche desde la ventana de mi hotel hacia la prolongación de la calle Rey David [en Jerusalén], veo un camino largo, adornado con faroles, y las otras avenidas del borde de la ciudad que se alargan hacia las colinas en calma. No hay manchas borrosas como las que flotan en el cielo nocturno de una gran ciudad moderna; una acometida rápida y con humo de motocicletas, pero nada que recuerde las molestias de las bocinas constantes. Una característica del plano de la ciudad israelí consiste en que estas calles puedan unirse fácilmente a las carreteras del lado jordano.

Supe por el periódico que catorce personas —incluyendo varios turistas y policías— habían sido asesinados por explosivos en un auto sirio que unos individuos sirios habían introducido en Jordania. Esto de modo evidente era obra de la izquierda siria: este país, donde hay con frecuencia cambios de gobierno, se supone que ahora es socialista y por lo tanto antimonárquico y hostil al rey Hussein, a quien acusan de ser demasiado “blando” con los israelíes. (Los gobiernos sirio y jordano rompieron relaciones en la última crisis y sólo Nasser pudo persuadirlos a que las reanudaran, invocando la unidad árabe.)

Un relato que circulaba en el Medio Oriente y que llegó a aparecer en una columna del Globe de Boston —se creería una fábula árabe actualizada— cuenta que un Escorpión llega al río y le pide a una Rana que lo cruce al otro lado.

—Pero tú me vas a picar —protesta la Rana.

—Oh no, no lo haré —dice el Escorpión—; lo que quiero es llegar al otro lado.

Así que la Rana se compromete a cruzarlo, pero cuando apenas han recorrido la mitad del camino el Escorpión efectivamente pica a la Rana.

—¡Oh! ¿Por qué me picaste si me habías prometido que no lo ibas a hacer? Ahora yo me voy a morir y tú te ahogarás.

El Escorpión sisea:

—¡Éste es el Medio Oriente!

Fuente: Edmund Wilson, Los rollos del Mar Muerto. El descubrimiento de los manuscritos bíblicos. (1955/1967). Traducción de Emma Susana Speratti Piñero y José Joaquín Blanco. FCE, México, 1956; segunda edición, 1977. [Que Cabos sueltosrecuerde, lo del Escorpión y la Rana ha tenido varias apariciones cinematográficas. Destacamos dos. En The Crying Game (1992), de Neil Jordan; y la primera y más memorable en Mr. Arkadin (1955) de Orson Welles. En un banquete el personaje propone un brindis y dice lo siguiente:

“Ahora voy a hablarles de un escorpión. Este escorpión quería pasar el río y le pidió a la rana que lo llevara.

“—No —le dijo la Rana—, no, gracias. Si te dejo que subas a mi espalda puedes picarme y la picadura del escorpión es mortal.

“—¡Qué! —dijo el Escorpión—. ¿Dónde está la lógica de tus palabras? —(los escorpiones siempre tratan de ser lógicos)—. Si yo te pico, tú te mueres y yo me ahogo.

“Al oír estas palabras la Rana quedó convencida y permitió que el Escorpión se subiera encima de ella. Pero cuando estaban en medio del río sintió un dolor terrible y se dio cuenta de que, pese a todo, el escorpión la había picado.

“—¡Y tú hablabas de lógica! —gritó la Rana moribunda cuando comenzó a hundirse, arrastrando al Escorpión bajo las aguas—. ¡No hay lógica en esto!

“—Ya lo sé —respondió el Escorpión—, pero no he podido evitarlo. Es mi naturaleza”. Arkadin concluye: “Brindemos por la naturaleza…”].

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *