Adiós a Louisa

[El 20 de enero de 1763 James Boswell apunta en su diario: “Y entonces fui con Louisa”. El 18 de enero se descubre por primera vez “un pequeño ardorcito en las partes de mi cuerpo consagradas a Venus” y el 19 de enero: “Claro, muy claro que se trataba del Signor Gonorrhoea”. El 20 de enero completa: “Con excelente destreza me conduje en este encuentro como la siguiente escena, espero, dejará ver”].

LOUISA        ¡Mi querido señor! Espero que esté bien hoy.
BOSWELL   Extremadamente bien. Espero que usted también.
LOUISA        Realmente no, señor. Me preocupan miles de cosas.
      (¡Alhajita picarona: sus circunstancias!) De veras no sé qué hacer.
BOSWELL   ¿Sabe que he sido muy infeliz desde que la vi?
LOUISA        ¿Pero cómo, señor?
BOSWELL   Pues me temo que usted no me quiere tan bien ni me tiene consideración como creí que era.
LOUISA        ¡No, querido señor! (Al parecer indiferente.)
BOSWELL   Le ruego, señora, ¿tengo o no razón?
LOUISA        No, señor, de veras que no la tiene.
BOSWELL   ¿Tengo razón, señora? Le ruego que lo piense.
LOUISA        ¡Señor!
BOSWELL   Le ruego, señora: ¿cuál es su estado de salud de un tiempo para acá?
LOUISA        Señor, me está espantando.
BOSWELL   Tengo un motivo muy sólido y muy simple para dudar de sus cuidados. Durante unos días he notado los síntomas de una enfermedad, pero me negaba a creer que era usted tan baja. Fui con mi médico esta mañana y me dijo que tenía una fuerte infección, y que aquella que me la pegó no podía ignorarlo. Señora, en este caso una cosa así es peor que de una mujer de la calle, ya que de ella podía esperarse. Usted me ha hecho algo muy malo. No me lo merecía. Usted sabe que dijo que donde no había confianza no había modo de fiarse. Yo le tuve confianza a usted. Lamento haberme equivocado.
LOUISA        Señor, le confieso que hace unos tres años estuve muy mal. Pero en estos últimos quince meses he estado muy bien. Pongo a Dios Todopoderoso de testigo de que estoy diciendo la verdad, y que durante estos últimos seis meses no he estado con ningún hombre sino con usted.
BOSWELL   Pero por Dios, señora, yo sólo he estado con usted y estoy muy malo.
LOUISA        Pues, señor, por el mismo juramento solemne declaro que ignoraba eso.
BOSWELL   Señora, cuánto quisiera creerle. Pero me doy cuenta de que en esta ocasión no puedo creer en un milagro.
LOUISA        Señor, no puedo decirle más. Pero va a dejarme usted en la peor de las desdichas. Voy a perder su estima. Va a perjudicarme la opinión de todos y en mis circunstancias.
BOSWELL   (a sí mismo): ¿Qué diablos quiere decir la abominable engañadora con que va a salir perjudicada y en sus circunstancias? Esta es la artimaña más grosera. Pero no voy a ponerle atención para nada. —Señora, respecto a la opinión de todos, no tiene por qué temer. Iba a bromear y a decir que yo nunca presumo de los favores de una dama. Pero le doy mi palabra de honor de que no será usted exhibida.
LOUISA        Señor, esto es más generoso de lo que podía esperar.
BOSWELL   Espero, señora, que usted reconozca que desde que he estado con usted me he comportado siempre como un hombre de honor.
LOUISA        Claro que sí, señor.
BOSWELL   (levantándose) Señora, quedo su más humilde servidor.

Fuente: The Oxford Anthology of English Literature. Londres, 1973. Los Diarios (1762-63) de James Boswell (1740-1795) sólo se recuperaron hasta el siglo XX.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *