Salud en la era de la desinformación

Uno de los personajes más siniestros del nuevo dueño del mundo, Donald Trump, es Robert F. Kennedy jr. No sorprende dicha designación: Kennedy es uno de los grandes negacionistas de los logros de la medicina moderna, del cambio climático y hace mancuerna con su patrón sobre la supuesta inutilidad de las vacunas. El viejo dictum “Dios los hace y ellos se juntan” sigue vigente. Mancuerna irrompible la de ambos. Ser vasallo no es gratuito: es menester entregarse.

Kennedy jr. comparte con Donald la fe/fanatismo del negacionismo, escuela propia de los ignorantes cuyo leitmotiv es no aceptar dudas ni preguntas. Incomoda aceptarlo, pero ambos, y gran parte de su séquito, han triunfado al proclamar dicha ceguera: negar y después de negar, hacerlo de nuevo es dogma. “Viva la fe, muera la ciencia”, es el código inscrito de muchos miembros del gabinete trumpista. En aras de la transparencia, sus asociados deberían declarar, amén de sus bienes, cuántas veces se vacunaron, cuántos productos biológicos recibieron sus hijos y nietos y cuántos imploran por el regreso de Sarah Palin, en un tiempo aliada de Trump, negacionista in extremis, miembro o ex del Tea Party: la tierra es cuadrada.

Ilustración: Sergio Bordón

Junto con Trump, Kennedy jr. es una de las personas más tóxicas en ese gobierno. No se trata de competencias; dentro del gabinete hay muchos detestables e hincados, pero la salud del mundo, en cierta medida, depende del país Trump. Kennedy jr. es secretario de Salud y Servicios Humanos, una suerte de ministro de Sanidad. Sus dislates en el pasado fueron numerosos y absurdos. Aupado en el poder lo serán más: subido en el ladrillo Donald, en el rubro salud, Estados Unidos y parte del mundo son suyos.

Entre otras instancias y posibles tragedias, él decidirá sobre los 8000 millones de dólares asignados para el programa de vacunas infantiles. En 2023 un grupo antivacunas, dirigido por Kennedy chiquito, publicó el libro Causa desconocida, donde asevera: “Las vacunas contra el covid son un crimen contra la humanidad”. No se sabe cuántas personas murieron infectadas por el virus Kennedy/covid.

Kennedy y su patrón se retirarán de la Organización Mundial de Salud, lo cual será un continuo de la primera gubernatura de Trump, cuando el magnate fracasó en su intento de abandonar la agencia. El problema es mayúsculo. Estados Unidos aporta el 16 % de fondos para esa agencia, alrededor de 500 millones anuales. En un mundo donde florecen ad libitum diversas pandemias y la pobreza —gran aliada de las enfermedades— se incrementa día a día, recortar el presupuesto en salud a nivel mundial sólo puede suceder bajo la égida del Nuevo Desorden Mundial. ¡¡¡Aaayyy, Mr. Obama!!!, ¿tienes responsabilidad o no del ascenso de tu colega?

Si bien no todos los premios nobel son dignos de admirar, la mayoría se decanta por la vía ética y por los aportes de la sabiduría y del conocimiento. Antes de iniciar su segundo periplo como presidente, más de 75 premios nobel pidieron, en diciembre de 2024, al senado de Estados Unidos que no confirmara la elección de Kennedy como secretario de Salud. Su solicitud era simple y lógica: bajo su mandato la salud pública estaría en riesgo. La respuesta de Trump fue la no respuesta: caso omiso.

No valido los excesos de la medicina preventiva. En ella participan y extraen jugosas ganancias compañías farmacéuticas y de televisión. De esa cruda realidad a someterse a las imprudencias de Kennedy jr., la distancia es mayúscula. Kennedy tenía en el pasado “muchos millones” de seguidores de su club antivacunas —las cifras no son exactas—. Ahora se multiplicarán.

 

Arnoldo Kraus
Profesor en la Facultad de Medicina de la UNAM.  Miembro del Colegio de Bioética A. C. Publica cada semana en El Universal y en nexos la columna Bioéticas.

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