Reconstrucción a voces

María Elena Ferral Hernández
50 años, asesinada el 30 de marzo de 2020 en Papantla, Veracruz

Testimonios

•  María Fernanda de Luna Ferral, hija mayor
•  Juan Olmedo, colega y amigo
•  Luis Alberto Xochihua, colega y exesposo

¿Cómo recuerdas a la persona?

Luis Alberto: No era envidiosa, le gustaba enseñar; a mí me tocó la suerte de tener a esa gran maestra. Ya para entonces era Premio Nacional de Periodismo. Imagínate, para mí fue algo que marcó mi vida porque me sigo dedicando a eso.

Juan: Tuvo un carácter durísimo, era una mujer guerrera, de batalla, muy visceral. Creo que por ser mujer, por ser mamá soltera, ella tuvo que soportar ese carácter que le permitiera estar en una sociedad donde permea el machismo hasta la fecha. Supo abrirse camino.

María Fernanda: Era muy familiar. Quiso haber tenido muchísimos hijos, quería seis hijos, pero nada más me tuvo a mí y a mi hermano. Les daba ese cariño y afecto a los sobrinos y ahijados que tenía. Como periodista, el recuerdo más bonito que tengo con ella fue cuando ganó su Premio Nacional de Periodismo, que se lo otorgó el Club Nacional de Periodistas de México y recuerdo haberla acompañado. Yo le tomé las fotos que guardó de ese momento.

¿Cómo era como periodista?

María Fernanda: Incursionó en periodismo escrito, digital, radio y televisión. No tenía tiempo para nada y quería estudiar otra carrera, por lo que decidió dejar dos de sus trabajos y siguió en prensa escrita. En 2007 fundó Poco antes de la noticia, junto con su expareja; cuando se divorcian, ella le deja el medio a él. De ahí sigue escribiendo en el Diario de Xalapa, nunca dejó de escribir ahí, pero empezó a trabajar en El Heraldo de Poza Rica. También fundamos juntas el medio digital Quinto Poder de Veracruz.

Luis Alberto: Ella misma decía que era periodista de izquierda, que no le gustaba ser oficialista. Eso era lo que distinguía su trabajo, porque te decía las cosas que no le parecían, las escribía. Su columna, “La Polaca Totonaca”, estaba dedicada a cuestiones políticas. Ahí sí se explayaba. Cuando tuvimos un medio propio, ella escribía tal cual lo sentía. Eso le gustaba a la gente.

Juan: Siempre era ella quien marcaba la agenda en el periodismo, era ella la que destapaba las cloacas, la que estudiaba entre las fuentes para poder conseguir información de primera mano. La definieron como la Señora Exclusiva porque tenía datos muy precisos, tenía información de primera mano.

María Fernanda: Tenía una particularidad al escribir sus notas. Había palabras que la identificaban. Tenía una forma muy contundente de decir las cosas y darlas a entender. La última columna, que se llamó “La lucha por el poder, parte uno”, fue en la que ella documentó una serie de asesinatos de la vida política pública de Gutiérrez Zamora y Papantla. Dicen que esta columna fue el motivo por el que la asesinaron.

Luis Alberto: Inconfundible, su voz. Al momento de leerla era muy llana. Nunca buscaba frases rebuscadas ni nada. Te decía las cosas de una manera tan clara que tú no tenías que volver a leer la nota para entenderle. Así como hablábamos en las calles, así escribía. Lógico, tenía que buscar las palabras correctas. Recuerdo algo que se me hizo chistoso: estaba haciendo una nota sobre una manifestación de campesinos y en eso se para. Dejó de escribir. Se pone a ver la pantalla de la computadora y escribió: “Campesinos ya están hasta la madre de que les vean la cara de tontos”; se voltea y me dice: “Lástima que no me dejen escribir así”. Había veces que sí se pasaba un poquito. Le decía: “Elena, bájale a esto porque yo lo veo un poquito fuerte”. Éramos muy cuidadosos en que no se excediera mucho en algunas cosas; ella entendía.

Juan: Tuvimos la oportunidad de ir a Papantla. Nos enteramos de que en el interior de la zona arqueológica, que tiene un poligonal protegido, había un particular que estaba invadiendo. Entró al área con maquinaria pesada y destruyó los vestigios que permanecían enterrados. Cuando nos enteramos, dijimos: “Vamos, vamos, vamos”. El personal de Tajín nos advirtió que el particular no era una persona con un modo honesto de vivir. Íbamos con temor. Aun así, con todo y el temor, escondidos ahí entre las ramas y desde muy lejos, logramos documentar lo que estaba pasando. Lo exhibimos. Ésa fue la aventura más fuerte que tuve con ella.

María Fernanda: Recuerdo que lo que más le gustaba era hacer sus columnas y los trabajos de investigación.

Juan: Sin lugar a duda, la política y la corrupción —ése era su talón de Aquiles—. Era su debilidad, por así decirlo. Evidenciar mentiras. Dar a conocer esas cuestiones. Destapar cloacas, revelar datos duros.

Luis Alberto: La política le fascinaba; en segundo término, la policiaca. No es que le gustara cubrirlo, pero lo hacía bien. Cuando escribía una nota policiaca, le dije: “Escribes como una novela, como si tú estuvieras en el lugar y haces imaginar cómo ocurrieron las cosas”.

Ilustración: Adrián Pérez

Democracia: ¿participación más allá del periodismo?

María Fernanda: Ella quería incursionar en la política. Tenía esa inquietud. En enero de 2020 lo comentó. Quería ser alcaldesa de Gutiérrez Zamora, nuestra ciudad natal. Se lo comentó a sus amigos. Pero empezó a haber muchos asesinatos de candidatos o precandidatos, y las elecciones eran hasta 2021. A cinco de ellos, incluida ella, los mataron en 2020. Tenía toda la intención de participar, pero muchos actores políticos —incluso uno que también asesinaron— le dijeron que no. Temían que sí la podía ganar. En febrero, que ya habían matado a dos precandidatos, dijimos: “Sabes qué, no. Está muy complicado. Tenemos que ver las circunstancias de lo que está pasando, mejor aguantamos”.

Juan: Cuando me lo platicó, consideré que se trataba de una broma. Nunca creí que fuera real. De alguna manera, el que ella dijera “yo quiero ser presidenta municipal” sin duda entró en bronca con quienes estaban buscando también ocupar la presidencia. Se codeaba con personal político, políticos poderosos, políticos importantes que podrían haberla apoyado.

Luis Alberto: Cuando aún éramos pareja, me había comentado que tenía interés. De hecho, por ahí le habían llegado algunas invitaciones. Ya separados, alguna vez me comentó que tenía intenciones de ser candidata de su municipio natal. Me dijo que estaba en pláticas, que ya estaba arreglando alguna documentación. De hecho, estaba arreglando los documentos en la notaría de donde salió el día que la asesinaron.

¿Qué avances hay en el caso?

Juan: Fue muy raro. Días antes, le habíamos manejado a una notaría de aquí en Papantla una publicidad en relación con las actividades que estaba haciendo. Resulta que el contacto con el notario era Elena. Entonces llegó el día que habían acordado que nos iba a hacer el pago de esas inserciones en nuestros respectivos medios de comunicación. Me llamó: “¿Dónde estás? Ya está lo del pago de la publicidad, hay que ir a recogerlo”. Si mal no recuerdo me dijo: “Vente ya porque ya estoy aquí”. No me dio hora. Era un día raro. Yo a Elena la veía siempre trabajando en ropa muy cómoda. Ese día en particular traía un vestido muy bonito que la hacía ver muy guapa y unas zapatillas muy elegantes. Entré con el notario, estuve escasos cinco, diez minutos con él; me despido del notario, de otro compañero, José Cárdenas —que está detenido porque se presume que estuvo involucrado en el asesinato— y de ella. Como a las 12:00 del día me retiro y me voy a casa. Estaba muy tranquilo. Más tarde, a la 1:30, 2:00 de la tarde, recibo una llamada advirtiéndome que había una persona herida con arma de fuego justo frente a la notaría. Lo que menos pasó por mi mente es que era ella a quien habían herido. Empecé a marcarle para decirle lo que estaba pasando afuera y para que saliera a tomar unas imágenes en lo que yo llegaba al lugar porque era atravesar el centro de la ciudad y era un caos a esa hora. Pero las llamadas no entraban; tampoco se me hizo raro porque en la notaría no entraban las llamadas. Pensé: “Debe estar adentro y ni siquiera se ha dado cuenta”. A unos metros me encuentro a una persona y me dice: “Oye, ¿sabes que agredieron a Elena?”.

María Fernanda: Resultaron once órdenes de aprehensión, hoy detenidos. El autor intelectual sigue prófugo. La justicia mexicana es demasiado lenta. Se van a cumplir cuatro años y yo no veo un acercamiento a esa justicia para ella, para mí, para mi hermano, porque no sólo nos quitaron a nuestra madre: nos quitaron nuestra vida. Nos reubicaron, somos refugiados. Estamos en constante peligro porque estas personas pueden salir en cualquier momento.

Luis Alberto: Yo me he mantenido al margen de esa situación por cuestiones personales. Para como están las cosas, a veces uno prefiere hacerse a un lado para llevar una vida tranquila, sobre todo porque yo también me dedico a lo mismo.

¿Cómo recordarla? ¿Cuál es su legado?

Luis Alberto: Que se le reconozca un afán de superación. Su origen fue muy humilde, un tiempo de su vida encontró trabajo como empleada doméstica y sufrió maltratos. Pasó por momentos muy difíciles. Nunca le pregunté cómo fue que se metió en el periodismo. Pero meterte a un trabajo que era dominado por varones aquí en Papantla y enfrentar a los periodistas varones que no la aceptaban…

María Fernanda: Se dejó de hablar de temas delicados, de deudas patrimoniales, de muchas cosas que sólo ella tocaba. Era una mujer muy dura. No se dejaba. Como fue pionera en ser mujer periodista, los hombres la querían hacer menos. Pero ella se aferró.

Luis Alberto: La conocían en los municipios importantes de la zona norte y cuando tuvo problemas con la persona que se dice que ordenó su ejecución, la misma Adela Micha la entrevistó, hizo un enlace. Era una periodista de altura. Tenía más pantalones que muchos.

María Fernanda: Cuando iba a comunidades muy remotas y escuchaban mi voz, me decían: “Yo te he escuchado en la radio”. Les decía que no, que a la que habían escuchado era a mi mamá. Me dicen: “Se llamaba María Elena, ¿verdad?”. La gente de Coyutla, que es de donde son las personas que según dieron la orden, la recuerdan mucho porque era la única que escribía lo que pasaba: el cacicazgo que imperaba y cómo los marginaban, cómo los apoyos nunca llegaban. Era la única que escribía las cosas o las decía en la radio. La siguen recordando por cómo era como mujer y como periodista.

Ilustración: Adrián Pérez

 

Israel Vázquez Rangel
31 años, asesinado el 9 de noviembre de 2020 en Salamanca, Guanajuato

Testimonios

•  Antonio Vázquez, padre
•  María de la Paz Vázquez Rangel, hermana mayor
•  Hugo Alberto Vázquez Rangel, hermano mayor
•  Noreyma Karin Castillo Calva, colega y prometida

¿Cómo recuerdas a la persona?

Antonio: Soy el papá. Él fue el más chico. Le tocó el cuarto lugar. Son cuatro.

Hugo: Estudió comunicación aquí, en la Universidad de León, Campus Salamanca, y se metió en los medios hasta que terminó en El Salmantino.

Antonio: Estaba dejando sus estudios por el deporte. Llegó a la escuela del Club América. Tenía estatura y destacó. Lo proponen a él y a otros dos para ir a México. Entonces las malas amistades lo atrajeron al vicio. Para ese tiempo se mató un amigo suyo. De ahí me dice: “¿Sabe qué, papá? Voy a buscar la manera de trabajar en lo que me gusta”. Y que le gusta el periodismo… Me lleva el carajo. Bueno, pues órale. Yo no sé, tenía una suerte que jamás tuve. Se lo determinaba y lo lograba.

María de la Paz: A mí me tocó fungir como su segunda mamá. Desde muy pequeñito estuvo conmigo para todo. Vivió un tiempo con una pareja, se despegó un rato de aquí. Fue hasta que ya había ingresado al Salmantino que volví a convivir con él. Era otra persona, más centrado, con otra visión de la vida; buscaba fortalecer a su familia, unirse más y a lo mejor resarcir todo lo malo que había hecho. Así me lo dijo.

Noreyma: Israel era mi compañero de trabajo. Trabajamos juntos tres años y medio; al año y medio fuimos pareja. Estuvimos comprometidos. Nos íbamos a casar en abril de 2021.

Hugo: Tenía mucho carisma. En un dos por tres, en un abrir de ojos, hacía amigos.

María de la Paz: Yo creo que cuando entró al Salmantino tenía como 29 años. Era un medio digital donde iba a salir a cuadro, ya era otra cosa y la propuesta era muy buena. Me contó su anécdota. “Te voy a contar el ensayo que hice. Nos metimos al cuarto que tenemos ahí atrás, puse una mesa. Puse una camarita y mi mamá fue mi prueba de fuego. Me senté, empecé a grabar y le dije: ‘Tú te vas a poner ahí, me vas a ver, vas a decir en qué estoy bien, en qué estoy mal’. Ella fue la que me ayudó a grabar mi video. Pero me regañaba, me decía: ‘No, ponte derecho, se te ve el cuello arrugado, péinate bien’. Ese día grabamos el video, lo repetimos, ¡y quedó! Que me contratan. Y ahí empecé”.

Noreyma: Cuando nos acabábamos de conocer, alrededor de mayo, abril de 2018, hicimos una cobertura de nota policiaca. Habían dejado la cabeza de un policía militar a la salida de la comunidad del Divisado. En ese momento estaba aquí la extinta Policía Federal. Uno de los elementos se quiso pasar de listo con Israel, lo quiso amedrentar. Eran épocas en que las autoridades se ponían muy prepotentes con la prensa. Yo salí a defenderlo y eso nos unió mucho más. Éramos muy unidos en el trabajo, siempre era cuidarnos espalda con espalda en todo.

Ilustración: Adrián Pérez

¿Cómo era como periodista?

Noreyma: Nos contrataron el mismo día, el 1 de febrero de 2018. Él ingresó para cubrir nota roja. Era superprofesional, muy apasionado en lo que hacía. Siempre fue oportuno, pero también muy sensible con la gente. Eso fue lo que lo distinguió: tenía esa cercanía, esa sensibilidad, esa empatía con la gente que lo escuchaba. Estaba muy comprometido, a pesar de que tenía un trabajo eventual en Pémex. Aunque era transitorio, nunca dejó botado el trabajo fuera.

Hugo: Yo no dimensioné lo que hacía hasta que lo mataron. Cuando lo mataron… toda esta calle estaba llena. Ahí fue cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo. Después de que falleció, empecé a fijarme en los videos, a ponerle más atención a cuántas personas los estaban viendo en vivo. Llegué a ver videos de medio millón, de 400 000 personas. Dije “¡Wow!, ¿qué onda?”. Antes veía sus videos, y decía: “Le está echando ganas, ahí la lleva y todo”, pero hasta después empecé a poner atención. Todavía hay gente que nos saluda.

Noreyma: Le daba orgullo ser reconocido por lo que hacía. Pero, como pareja, como amigos que fuimos, había momentos en que ni él se la creía. Decía: “Es que no es posible que no pueda ir ni a comprar un refresco porque ya me están pidiendo una foto, ya me están preguntando qué pasó”. Varias veces llegó a comentarme: “Ya no quiero esto, ya me cansé, quiero vivir normal, quiero poder ir a tomarme una cerveza sin que me vean”.

Antonio: Las noticias le llegaban a él. Una persona llegó a acusar a la presidenta municipal de robar unas hectáreas en Arandas, Jalisco. Llegó alguien y le dijo: “Yo estoy dispuesto a atestiguar, si me das seguimiento”. Y se metió. Llegaban a traerle la noticia, las novedades.

Noreyma: Recuerdo en particular uno que no fue nota policiaca. Fue un reportaje que hizo cuando la exalcaldesa de Salamanca, Beatriz Hernández, compró despensas al DIF de Tlaxcala y sólo cambió el etiquetado por el DIF de Salamanca. Fue a casa de las personas que habían recibido la despensa, les pidió si podía tomarle foto, le dijeron que sí e hizo la investigación. Solicitó todo en Acceso a la Información. Vi cómo le metió dedicación a ese trabajo y fue uno de los más reconocidos en Salamanca.

María de la Paz: Decía que la gente estaba hambrienta de información, de realidades y de ayuda: “Es lo que la gente quiere”. Mi mamá le decía: “Ay, Israel, ya no hables tanto”. Cuando entró la alcaldesa Beatriz, de Morena, fue un reto para él. Ahí empezó el destapadero; él lo disfrutaba como no tienes una idea. Le encantaba estarle picando la cresta. Yo creo que él fue su talón de Aquiles.

Hugo: El tema con la alcaldesa fue muy sonado, pero yo la verdad no me acordaba de esa parte de sus trabajos. En los últimos dos años y medio estuvo muy enfocado en los delitos de alto impacto. En esa época, justo entre 2018 y 2020, fue lo más fuerte en Salamanca. No era un trabajo de investigación, más bien de narrativa, de transmisión.

María de la Paz: Por tanta matadera que empezó a haber, que fue en 2018, 2019, nos empezó a dar miedo. Mamá ya no quería ver sus publicaciones. Le decía: “Salte ya, salte ya”.

Hugo: Lo policiaco le llamaba mucho la atención. O sea, ese rollo.

Noreyma: Su pasión era la nota policiaca y en ese tiempo que nosotros estábamos trabajando en El Salmantino fue el repunte de la violencia. Dejaba lo que estuviera haciendo; muchas veces cuando nos íbamos a dormir era de: “Llegó el reporte”. Y así, hasta en piyama, pantuflas, lo que fuera, vámonos y rápido. A buscar rutas y llegar y siempre ser el primero. No lo hacía con morbo; él daba la información.
 
¿Qué se sabe del caso?

Noreyma: Hubo dos detenidos, los autores materiales: la persona que iba conduciendo la motocicleta y la persona que le disparó. El primero ya tuvo juicio abreviado, esto le ayudó para reducir su sentencia: le dieron 27 años. El autor material, que se llama José Luis, todavía está en proceso de sentencia. La hicieron muy cansada. Cambiaban de defensa o no se presentaban a las audiencias. El proceso se ha prolongado casi los tres años que se van a cumplir de su fallecimiento. Aunque nos sentimos resignados, no estamos conformes con el resultado. Nos habían dicho que podíamos aspirar a la pena máxima, que era casi de cuarenta años, y por lo visto sólo le van a dar treinta. Todavía continúa ese proceso porque no hay una sentencia oficial.

María de la Paz: Recién fue el suceso, la mamá del muchacho se quiso acercar a nosotros por medio de una conocida mía para hablar con mis papás, pedirles que perdonaran a su hijo, que retiraran todo. Yo se lo dije a mi mamá. Mi mamá lo pensó, decía: “Me pongo en el lugar de madre”. Le dije: “Sí, pero tu hijo no es el asesino, así de fácil, tu historia es otra”. Te puedo decir que mi mamá, en su lecho de muerte, dijo: “Yo los perdono porque sólo ellos saben por qué lo hicieron; ellos saben cuánto les pagaron y quién sabe qué calidad de vida traerían desde la infancia”. Así lo dijo mi mamá. Después de que pasó esa llamada de la señora, llamaron al teléfono de mi amiga. Yo estaba trabajando. La llamada venía del Cereso. Era José Luis. Insistía en que le diéramos la oportunidad a su mamá de hablar con nosotros. Lo puso en altavoz. Yo escuché la llamada. Dijo que a él lo mandaron. Lloré. Me dio miedo porque me sentía atacada. Me sentía vigilada. Me sentía con mucho miedo.

Hugo: En 2021 sentenciaron a uno. Le dieron veinte años. Era autor material, le decían “el Tacones”. Ahorita hace dos, tres meses, en 2023, ya sentenciaron al otro material: José Luis. Eran dos materiales, dos fueron los que dispararon, se usaron dos armas, una 9 milímetros y la 45. Pero hay una tercera persona que es el autor intelectual. Es el que les ordenó a ellos dos que lo mataran; ese proceso está en la cancha de los magistrados del Poder Judicial aquí en Guanajuato.

María de la Paz: La fiscalía nos hizo saber que esta persona está detenida en el Cereso. No nos dijeron en cuál. Pero van a abrir otra investigación, donde ya van directo contra él.

Noreyma: Sabemos que el autor intelectual es una persona que está detenida por otros delitos de droga, huachicol, todo lo que se mueve aquí en Salamanca. Sabemos que está en un penal de máxima seguridad y estamos esperando que se le vincule a este hecho de agresión a un periodista para que pueda incrementar la pena. Un juicio como tal, por este caso, pues no lo vamos a tener.

María de la Paz: Haz de cuenta el estar viendo todo eso y que te tengan ahí sentada, escuchando y viendo. A un lado, la madre del asesino y, enfrente, el asesino de tu hermano. Y no puedes opinar, no puedes decir nada. Es mucha impotencia. Imagínate cómo terminas después de todo eso. Mi cuerpo era una olla exprés. Ese proceso me dio mucho miedo porque nos enfrentaron, nos conocimos, sabemos quién es, sabemos dónde vive. Estamos aquí a poca distancia de los dos. Estamos en medio de donde viven sus familias —sabemos que tienen familias—. A final de cuentas es un odio que se riega entre familias.

Noreyma: Siento que fue impulsivo, así lo veo yo, porque fue dos semanas antes de que él se fuera de vacaciones a Acapulco. Se incendió una camioneta a la salida a Celaya y ahí dejaron cuerpos. Se hizo la transmisión normal y, como a los veinte minutos, reportan detonaciones en la colonia Villa Salamanca 400, que fue donde le dispararon. En una de las zonas de los departamentos asesinan a un hombre; Israel hace la transmisión y cuando estaba en vivo pasa una camioneta donde iba el presunto autor intelectual. Nos dijeron que le dio mucho coraje verse expuesto, aunque en ese momento nadie sabía quién era. Que le tomó mucho coraje a Israel por eso; sobre todo porque la gente lo quería. Incluso se dio cuenta cómo la gente lo recibía y lo abrazaba. Dicen que eso le causó todavía más rencor.

Antonio: Un día, me dijo: “Papá, ¿qué cree? Fuimos al salón de cabildos y la mujer esta me dijo: ‘Cuídate’”. Ella fue la de todo el desorden. Por eso cuando me dijeron que tenía que acudir a ver la facha de estos desarrapados, dije: “¿Sabe qué? Yo no quiero ver a esas personas porque los voy a odiar más y ellos no son culpables, hay una cabeza arriba y es ella, no hay otra”.

María de la Paz: Así fueron las cosas. La planeación que hicieron desde meses antes. Y, ¿nadie se pudo haber dado cuenta? La forma en que se operaba en esa colonia, toda esa gente y nadie se dio cuenta. Se supone que patrullan. Había Guardia Nacional, había policías y nadie se había dado cuenta. De verdad que qué ciego se hace sentir el gobierno.

¿Cómo recordarlo? ¿Cuál es su legado?

María de la Paz: Era un periodista joven que sabía lo que la gente quería y no tenía límites. No estaba manipulado por ninguna persona que lo restringiera a hacer o ayudar como él quería.

Hugo: Que la ciudadanía lo siga viendo no como un periodista que estuviera del lado de las relaciones públicas y que hablara bien de cierto gobernador, de cierto alcalde, de cierto presidente, sino como ese reportero que estuvo del lado de la gente.

Antonio: Alegre como era. La responsabilidad con el actuar de las personas, eso es lo que propagó mucho. Sin necesidad de etiquetas ni pompas ni poderío.

María de la Paz: Yo creo que el legado que nos deja es que luches por lo que a ti te gusta.

Hugo: Quiero tener una imagen de él como de cantera o de metal, aquí afuera de la casa, pegadito a la banqueta, porque eso de ponerlo en una calle o en una esquina o en una glorieta, pues no sé… Por el tema económico no he podido hacer muchas cosas, y por el tiempo. Necesito hacerme un tiempo porque yo sé que si ahorita hablo de poner alguna figura de él de cantera o de metal o algo aquí afuera de la casa, la gente nos ayudaría a ponerla.

Noreyma: Como ya lo recuerda la gente: una persona valiente y muy carismática. Era una persona, y eso es lo que me gustaba mucho de él, muy caritativa, que ayudaba sin esperar nada a cambio. Nunca fue una persona soberbia, nunca se sintió más que los demás a pesar de que se vio abrumado —ahora sí que destanteado— por los flashes y las luces de la fama. Jamás perdió el suelo. Creo que la gente lo recuerda por eso, por la humildad que tenía.

Ilustración: Adrián Pérez

 

Marco Aurelio Ramírez Hernández
69 años, asesinado el 23 de mayo de 2023 en Tehuacán, Puebla

Testimonios

• Diana Luisa Ramírez Martínez, hija
• Edmundo Velázquez Vargas, colega
• Margarita Martínez Hernández, viuda

¿Cómo recuerdas a la persona?

Margarita: Durante diecisiete años compartí con él este tema periodístico. Trabajamos juntos; en la mayoría de las ocasiones yo lo acompañaba a hacer los reportajes, las entrevistas. Andábamos juntos para todos lados.

Diana Luisa: En una ocasión invitaron a mis papás a un pueblito donde les iban a poner luz por primera vez. Viajamos en una Jeep 95. Yo iba en la cajuela. Tenía mis peluches, una colchonetita, un DVD portátil y vámonos. Así era. Me tocó ver balaceras. Quizá ésa no era la mejor manera de cuidar a una niña, pero así son las aventuras. Recuerdo que mi papá me decía: “Mira, flaquita, vamos a pasar por las nubes”. Y no es que yo anduviera reporteando, pero andaba ahí en la cajuela con mi DVD, siguiéndolos a todos lados.

Edmundo: Marco primero fue un maestro. Después, un amigo, un colega.

Diana Luisa: Me ponía a buscar palabras en el diccionario. Y me daba una listototota. Me enseñó a manejar el diccionario de sinónimos, antónimos y demás. Me acompañaba a los juzgados. Siempre andábamos ahí en la litigada, escuchando los problemas de la gente. Era mi compañero.

Edmundo: La última vez que platicamos fue en una taquería. Estaba su esposa, estaba su hija. Me dijo: “Vente para acá, ¿puedes? Cinco minutitos”. Me jaló a otra mesa y me dijo: “Cuídate mucho porque vienen temas muy complicados con el gobernador Barbosa”. Lo sentí como una despedida, no sé si sabía algo. Fue cuatro meses antes de que lo mataran. Esto debió ser diciembre o enero del 22. Fue una advertencia muy paternal. Ahora atesoro mucho ese momento, porque después sí vino una persecución bastante fuerte desde el gobierno de Barbosa. Intentó bloquear por todos lados a Central, intentó despedazarlo por dentro, intentaron meter muchas grillas, nos estaban checando, había una lista de periodistas de seguridad pública…

Ilustración: Adrián Pérez

¿Cómo era como periodista?

Margarita: En 1957 su papá fundó aquí en Tehuacán el diario El Cuarto Poder. Con la llegada de El Mundo y El Sol,dejó de circular. Mi esposo buscó retomar el periódico que había sido de su papá. Pero al final la falta de recursos y de apoyo, el bloqueo que se ejerce sobre un periodismo libre, lo llevaron a suspender la salida del medio. De manera propia fundó el periódico Siguiendo la pista. Logró sacarlo de manera digital y también se hizo impreso. Logró adquirir maquinaria propia para imprimir y editar todos nuestros intentos.

Diana Luisa: Era mucho del tema de la nota roja, el tema policiaco. También era una persona que solía criticar y criticaba con sentido, con fundamento, sobre todo porque se auxiliaba mucho en herramientas de transparencia.

Edmundo: Lo recuerdan, sobre todo, por ser especialista en temas legales. La gente también se le acercaba con asuntos en los que él pudiera representarlos en los medios.

Margarita: Nunca soltó el tema de pederastia clerical, que es el que sirvió de base para denunciar a la mayoría de los funcionarios que estuvieron involucrados en solapar en perjuicio de tantos niños que fueron abusados por un sacerdote. Esa investigación la inició mucho antes de que nos casáramos; aun así, me tocó ser parte.

Edmundo: Otro momento fue cuando hace una publicación superfuerte; hubo una masacre de doce personas en Coxcatlán, todos eran de una comunidad indígena. El caso era el de una chica que en algún momento, en esta comunidad, un personaje abusó de ella y ese tipo le impone, encima, que tenga el hijo del producto de la violación y que no vuelva a emparejarse con nadie porque ya era de él. Pasan los años, el niño crece y la chica se enamora de alguien más. Estaba embarazada del siguiente hijo con esa pareja cuando este sujeto se entera. Va y los mata a todos. Marco lo cubrió a pesar de que era complicadísimo ingresar a esa comunidad. Ahí fue, ahí estuvo: video, foto, todo bien detallado. Esa publicación todavía está en Central.

Diana Luisa: Esclareció muchos homicidios. Con sus investigaciones apoyó a la Policía Ministerial, a mandos que él denominaba “de la vieja escuela”. Fue así como sacaron adelante muchísimos homicidios y daban con muchas cosas, por eso la gente se le acercaba. “Don Marco, desapareció tal persona”, “Don Marco, mataron a tal persona” y mi papá buscaba resolverlo. Nunca les cobró, así era él.

Edmundo: Nos decía con quién llegar, cómo llegar, de parte de quién decir las cosas, cómo hacerlo para que no la fuéramos a regar. Siempre fue muy acucioso en los detalles; cuidaba, preguntaba y cuestionaba. Era muy de confrontar.

Democracia: ¿participación más allá del periodismo?

Margarita: En la política, sí. Lo invitaron a ser candidato a diputado suplente y participó. No obtuvieron el lugar, pero nada más fue esa ocasión. Barbosa era diputado, creo, por el PRD. Él y el exgobernador Miguel Barbosa fueron compañeros en el centro escolar en Tehuacán. Había amistad, confianza.

Diana Luisa: Sí, fue candidato suplente por una diputación por el PRD. Propuestas para incursionar en la política siempre tuvo. Tenía conocidos de todos los colores. Siempre decía: “Yo me llevo bien con todos porque nunca se sabe”. Ése fue su primer destape público; sin embargo, le aplicaron la misma jugada que a muchos: el día de las elecciones nunca apareció su nombre. Lo desilusionó pero él siguió con lo suyo.

Margarita: En 2019, lo invitan a ser el director general de Gobierno de Tehuacán. Tenía la inquietud. Decía que quería poder hacer algo por su ciudad y vio la oportunidad en esa invitación. Estuvo nueve meses y renunció por las inconsistencias que vio. Dijo: “Yo no me voy a prestar a estas cosas”, y renunció en diciembre del mismo 2019. Durante ese periodo dejó en stand by el tema periodístico.

Diana Luisa: En el organigrama municipal, el director general de Gobierno tiene jerarquía sobre seguridad pública; tiene tránsito y policía municipal. Hubo choques constantes, detenciones muy fuertes que no hizo solo; tenía comunicación con gobierno del estado. Fue el resultado de su trabajo periodístico.

Edmundo: En ese entonces, en Tehuacán empezó a subir el índice delictivo y les pidieron que entregaran el control a la Secretaría de Seguridad Pública estatal. Marco dijo: “Mira, yo tengo esta información, la Fiscalía casi no me ha pelado. A ver, SSP, si ustedes pueden”. Empezaron a ir uno por uno. Detuvieron a varios, pero no hubo una estrategia legal para mantener presas a estas personas —y salieron. Eso fue lo que nos costó la vida de Marco: que sólo los detuvieron, estuvieron los dos años de regla y después fueron contra él.

Diana Luisa: Buscaba apoyar a los policías; decía: “¿Cómo es que mis elementos tienen estas condiciones?”. Estuvo seis, ocho meses hasta que le pidieron que firmara ciertos documentos y él dijo que no. Quisieron intimidarlo.

Edmundo: Cuando fue director de Gobierno, se negó a firmar una cosa a nivel administrativo. Si bien no denunció, sí lo requirieron como testigo para una investigación contra esa administración.

Diana Luisa: Tehuacán es la segunda ciudad más importante de Puebla. En su momento tuvo el auge de las refresqueras. Después fue la maquila. Ahora se ha disparado mucho la delincuencia. No es secreto el tema de droga, los robos, delitos de alta incidencia, robo a transeúnte, robo de vehículos. A él le tocó lidiar con eso. Ya no eran carteristas, eran situaciones más fuertes.

Edmundo: Hubo dos que tres bandas que tenía rato que ya no se les veía. Por ejemplo, Las Bigotonas, una banda de los setenta, que reaparecen en este periodo de inestabilidad, pero ya como narcomenudistas. Fue un caos. Y la administración a la que él entra no tenía ni pies ni cabeza.

¿Qué avances hay en el caso?

Edmundo: Hay un vehículo en el que lo estaban esperando. Él se baja de su carro, va a la tienda, se regresa; un tipo se baja de su vehículo y le dispara. Él ya estaba sentado en su carro echando su refresco en la sombrita. Hay videos en donde se ve a la persona apuntando. Primero hubo tres detenidos por el carro; después resultó que el carro estaba a nombre de uno de ellos, pero era Uber o uno de estos de plataforma y ya no se hizo gran cosa porque al parecer se había equivocado la Fiscalía. Lo que tenemos sobre este detenido es nulo avance.

Diana Luisa: Para empezar, en Tehuacán sólo hay dos jueces. En la audiencia, la primera persona detenida y su abogada estuvieron burlándose, riéndose, buscaban retarnos con la mirada. En todas las audiencias estuvimos como partes ofendidas. No era obligatorio que estuviéramos, podían estar sólo nuestros abogados, pero nosotras queríamos ver qué estaba pasando. Y la abogada burlándose, el juez bostezando —ésas fueron las primeras audiencias—.

Edmundo: Lo que ocurrió es que él, como funcionario público, entregó información que sirvió para que detuvieran a ocho cabecillas muy fuertes de la zona en un periodo muy corto. ¿Qué es lo que ocurrió? Que a la primera oportunidad el juez los libera. Ésos son los que fraguaron la venganza. Iban contra él.

Diana Luisa: La indagatoria tiene cuatro tomos, cerca de 3000 hojas. Estamos en espera de resultados. Aún no se conoce el móvil ni una autoría intelectual. La investigación sigue su curso. Nos hemos dado cuenta de que han avanzado mucho, lo hemos visto reflejado en el número de audiencias.

Edmundo: ¿Quién podría estar detrás? Sabemos que tres de los ocho que detuvieron en el periodo en el que Marco estuvo como funcionario son de Las Bigotonas. La Fiscalía insiste en que el asesinato de Marco no fue por temas periodísticos; yo insisto en que su trabajo periodístico fue lo que permitió conseguir la información para detener a estas ocho personas. Si él no era periodista en ese momento es muy distinto a que no tenga que ver con su trabajo periodístico. Claro que tiene que ver porque fue lo que lo llevó a ser funcionario: sus contactos, sus conectes, la información que tenía, la forma de moverse.

¿Cómo recordarlo? ¿Cuál es su legado?

Diana Luisa: Su oficina era una galerita larga. En lo que era su privado tenía una computadora chiquita de escritorio, un escritorio negro, un silloncito. Era un lugar con mucho valor sentimental para él porque mis abuelos se lo dieron para que pudiera tener su despacho. No hay persona que no conozca dónde estaba la oficina de Marco Aurelio. Ahora las puertas negras están cerradas. Tiene el moño afuera y los sellos de la Fiscalía: ésa era su oficina.

Margarita: A mí me gustaría que, quizás, más adelante se pueda continuar con el tipo de trabajo que él realizaba.

Edmundo: ¿Cómo me gustaría que lo recordaran? Como este periodista todoterreno, incansable, paternal con sus compañeros, orgulloso de ser tehuacanero. Pero el recuerdo también va a venir por las publicaciones que hizo, por las cosas que sacudió.

Diana Luisa: Siempre decía que se denunciara. Cuando estuvo en la dirección, recibía las quejas; buscaba mediar o conciliar cuando había alguna situación. Mucha gente alzó la voz porque don Marco —así le decían muchos— les enseñó. Yo veo que eso es parte de su legado. Cuando estuvo en la dirección hubo muchos intentos de linchamiento; él siempre decía: “Apéguense a la legalidad, no busquen hacerse justicia de mano propia”.

Margarita: Lo que sucedió con mi esposo sí bloqueó mucho el tema de la denuncia, incluso del manejo de la información. Tendrá diez, ocho años que la mayoría de los periódicos impresos dejaron de circular. La mayoría migró al tema digital, a las redes sociales; se veían denuncias. Pero a raíz de esto ya no hay denuncias. Es como si viviéramos en un país donde no pasa nada, donde todo está bien, cuando a todas luces las cosas no están así. Sí creo que ha habido una autocensura. No de todos, claro.

Edmundo: Yo creo que también es un legado que no tuvo miedo de ser funcionario público. Ésa también es una opción de una vida íntegra. Puedes ser agente y factor de cambio. Creo que también deja eso.

Diana Luisa: El juzgado penal está junto a la policía. Cada vez que íbamos, se le cuadraban. Y los policías aún lo buscaban. Se ganó el cariño, el respeto. Para nosotros fue algo muy fuerte: líderes sociales caminando a un costado de la carroza, aun con la lluvia, cargando su ataúd.

 

Alejandra Ibarra Chaoul
Politóloga, periodista independiente y autora del libro El Chapo Guzmán. El juicio del siglo (Aguilar, 2019). Dirige Defensores de la Democracia.

Las entrevistas utilizadas para este texto fueron coordinadas por Julio González y realizadas por las periodistas Mariana Beltrán, Zahira Ramírez Aldana y Gabriela Mandujano; forman parte del acervo de historias orales de la organización Defensores de la Democracia (DDLD).

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